viernes, 30 de octubre de 2009

Los dos amigos

Alcibiades y Axioco, compañeros
De cuerpo juvenil, bello y fornido,
Concertaron sus ansias, y pusieron
Semillas de su amor en igual nido.
Sucedió que uno de ellos, diligente,
Trabajó tanto a la sin par doncella,
Que una niña nació, niña tan bella,
Que los dos se jactaban igualmente
De ser el padre de ella.
Cuando ya fue mujer y rozagante
Pudo seguir la escuela de su madre,
Al par los dos quisieron ser su amante,
Ninguno de ellos quiso ser su padre.
"¡Ah, hermano, dijo el uno, a fe os digo
Que es de vuestras facciones un dechado.
-¡Error! el otro dijo; es vuestra, amigo;
¡Dejadme a mí cargar con el pecado!"


Jean de la Fontaine

La Venus Callipyga

Hubo en la Grecia dos siracusanas,
Que tenían un trasero portentoso;
Y, por saber la cual de las hermanas
Lo tenía más gentil, duro y carnoso,
Desnudas se mostraron a un perito
Que, después de palpar con dulce apremio,
Ofreció a la mayor su mano, en premio.
Tomó su hermano el no menos bonito
De la menor: alegres se casaron,
Y, tras más de una grata peripecia,
En honor de las dos un templo alzaron,
Con el nombre de: "Venus, nalga recia."
No sé con qué intención hubiera sido,
Mas fuera aqueste el templo de la Grecia
Al que más devoción habría tenido.


Jean de la Fontaine
(1621-1695)

Caminando en el aire

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Estamos caminando en el aire,

estamos flotando en el cielo iluminado por la luna.
La gente de abajo duerme mientras volamos.

Estoy sosteniéndome muy fuerte,
estoy montando en la medianoche azul.
Estoy descubriendo que puedo volar muy alto contigo.

Lejos, a través del mundo,
los pueblos pasan como árboles.
Los ríos y las colinas,
los bosques y los arroyos.

Los niños observan, boquiabiertos,
tomados por sorpresa.
Nadie, allá abajo, cree en sus ojos.

Estamos navegando en el aire,
estamos nadando en el cielo helado.
Estamos vagando sobre congeladas
montañas, flotando.

De repente, abatiéndose desde un abismo oceánico,
despierta un poderoso monstruo de su sueño.

Estamos caminando en el aire,
estamos flotando en el cielo de medianoche.
Y todos los que nos ven nos saludan mientras volamos.

Estoy sosteniéndome muy fuerte,
estoy montando en la medianoche azul.
Estoy descubriendo que puedo volar muy alto contigo.



(Nightwish: "Walking in the air", Oceanborn, 1998)

Desesperación

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Todo se aceleraba. El vértigo crecía. El temor de quedar inmersa en esa marea frenética la inundaba. Gente por todos lados. Autos. Cemento. Vidrio. No había nada natural en las cercanías. La contaminación visual la abrumaba.

... Se resistió, pero igual la velocidad la atrapó y la arrastró consigo.

martes, 27 de octubre de 2009

Suplicio

Maldigo tu belleza porque esquiva los borroneados límites de mi autocontrol, porque me sume en la desesperación cuando siento su ausencia, porque hace dolorosa mi existencia.
Es un modo retorcido y enfermizo de desearte, pero no puedo evitarlo...
Tus ojos siempre aparecen en mi memoria. Insistentes, verdes... Y logran hundirme en un sopor angustiante, en un dolor placentero...

sábado, 24 de octubre de 2009

El Leteo

Ven a mi pecho, alma sorda y cruel,
Tigre adorado, monstruo de aire indolente;
Quiero enterrar mis temblorosos dedos
En la espesura de tu abundante crin;

Sepultar mi cabeza dolorida
En tu falda colmada de perfume
Y respirar, como una ajada flor,
El relente de mi amor extinguido.

¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir!
En un sueño, como la muerte, dulce,
Estamparé mis besos sin descanso
Por tu cuerpo pulido como el cobre.

Para ahogar mis sollozos apagados,
Sólo preciso tu profundo lecho;
El poderoso olvido habita entre tus labios
Y fluye de tus besos el Leteo.

Mi destino, desde ahora mi delicia,
Como un predestinado seguiré;
Condenado inocente, mártir dócil
Cuyo fervor se acrece en el suplicio.

Para ahogar mi rencor, apuraré
El nepentes y la cicuta amada,
del pezón delicioso que corona este seno
el cual nunca contuvo un corazón.

Charles Baudelaire
en "Los Despojos"

viernes, 23 de octubre de 2009

Sobre un poema de Ruben Darío

Sentada en el fondo de un lago.
Ha perdido la sombra,
no los deseos de ser, de perder.
Está sola con sus imágenes.
Vestida de rojo, no mira.

¿Quién ha llegado a este lugar
al que siempre nadie llega?
El señor de las muertes de rojo.
El enmascarado por su cara sin rostro.
El que llegó en su busca la lleva sin él.

Vestida de negro, ella mira.
La que no supo morirse de amor y por eso nada aprendió.
Ella está triste porque no está.

Alejandra Pizarnik
de "Textos de sombra y últimos poemas"
(1936-1972)

Libreto para un libretista

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... El personaje principal es libretista. Una mañana comienza a escribir un texto. Allí se lee:

................ "El personaje principal es libretista. Una mañana comienza a escribir un texto. Allí se lee: el personaje principal es libretista."

(Alejandro Dolina: Crónicas del Ángel Gris, 1987)

La lluvia amarilla

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La lluvia amarilla es llanto de tristeza

que habla del pasado,
y nos transporta a nuestro interior
cubriendo de lágrimas el alma
que un no vivo perdió por un no humano;
y ganó al final y silente festejó,
afuera lloviendo, adentro lloviendo.
La compenetración del viejo con el entorno
y la del entorno con el viejo
cierran en círculo perfecto
donde el pasado es el presente.

(Anacarsis, Cassandra, Natanaella, Nastassia Filippovna, Martín Maiorana)

lunes, 19 de octubre de 2009

Ocasión especial

Tenía solo dieciocho años. Se miró al espejo y se vio fea (aunque, en realidad, no lo era). Decidió que debía arreglarse... Ese iba a ser un día para recordar, sucedería un acontecimiento especial y nadie debía verla así de fea.
Encendió la radio. Música clásica, el Réquiem de Mozart (perfecto para la ocasión). Subió el volumen.
Se bañó. Estuvo casi una hora sumergida en la bañera y utilizó un jabón con aroma a vainilla. Luego se secó cuidadosamente y envolvió su cuerpo con la toalla. Se fue a su cuarto.
Mientras tanto, en la radio sonaba la Sonata Claro de Luna de Beethoven.
Se puso un conjunto de lencería que nunca había usado, se lo había regalado un amor lejano ya, en estos momentos. Se dio cuenta de que se adaptaba perfectamente a su delicada silueta.
Luego se sentó y se pintó las uñas de los pies de un estridente color rojo sangre. Hizo lo mismo con las uñas de sus manos.
Se puso un vestido negro con aires románticos. Buscó unos zapatos que combinaran con ese vestido (al que tampoco había usado nunca), pero no encontró ningún par que la convenciera, así que simplemente decidió quedarse descalza.
Peinó su largo pelo lacio y luego lo secó con el secador.
Se miró al espejo nuevamente. Ahora se veía mucho mejor pero decidió que debía maquillarse. Delineó con cuidado sus ojos grises (sí, grises) y luego sombreó sus párpados con una sombra gris oscura.
Pintó sus labios de un furioso color rojo sangre (al igual que sus manos). Le pareció que era suficiente.
Se puso un perfume con notas de jazmín y se embriagó con su aroma. Adoraba los jazmines.
Se colocó un collar que le había regalado su madre a los quince años. Un hermoso collar, por cierto, con un costoso rubí que contrastaba con su piel pálida. Siempre lo había tenido guardado. Había llegado el momento de usarlo...
Por tercera vez se miró al espejo. Estaba tremendamente bella, como nunca antes. No le gustaba dedicarle tiempo a su estética.
La música clásica había comenzado a aburrirla. Quiso escuchar algo de Angizia, una banda con aires de circo y cabaret. Busco un cd de esta banda y mientras su cuarto se inundaba de música, fue a buscar una navaja que le había regalado su padre cuando cumplió quince años, (¿qué tenía la gente con esa edad? Para ella, el día de sus quince años había sido como cualquier otro, pero a sus padres les parecía especial).
Se acostó en su cama con la navaja entre sus manos. Probó el filo con su dedo índice. Bien filosa. Luego, con un movimiento lento y muy medido se cortó una de sus muñecas. La sangre comenzó a manar y una sonrisa inundó su rostro. Realizó un corte, esta vez menos profundo, en la otra muñeca. La sangre se desperdigó por su mano y luego por la cama en igual medida.
Sentía como la vida, literalmente, escapaba por sus venas. Felicidad pura. Por primera vez en su vida se sintió dueña de sí misma...
Pasó una hora. Llegaron sus padres y la encontraron muerta, pero más hermosa que nunca.
La madre vio el collar con el rubí y el padre, la navaja ensangrentada; como en un mudo homenaje (o quizás, reproche) hacia ellos dos. Se abrazaron. Las palabras sobraban.



Algo de Angizia, la banda que mencioné más arriba...
http://www.youtube.com/watch?v=F9sgLM0mHH4

jueves, 15 de octubre de 2009

Sensación importante

Empezando a sentir ese viento, después de la tormenta, desordenando las gotas desidiosas, brillantes. Antítesis del viento que, anteriormente, mes tras mes, había anunciado el diluvio, inaugurando así la rancia desesperanza.

Pero este es otro aire; de un buen humor desparejo y atolondrado recompensa. Tiñe, desborda, activa.

martes, 13 de octubre de 2009

Confesión

Me duele tu ausencia... Creo que, recién ahora me di cuenta de eso.
Nunca te lo dije pero, me recordabas a mi padre. Fuerte, orgulloso y protector.
Solía gustarme tu familiaridad... Parecías tener el poder de aplacar mi furia con solo una palabra.
Hacías de mi vida una ceremonia muy pura.
¡Tu risa! Tu risa parecía cantar.
En ocasiones, parecías un niño. Con tu mente poblada de ilusiones infantiles. Tu ingenuidad me hacía reir. En realidad, a tu lado solo podía reirme. Me contagiabas tu alegría y luego, todo parecía brillar en mi podredumbre diaria...
¡Y tus ojos! Una bendición, la gloria (tal vez). Verdes, verdes... Con un extraño fulgor cuando algo te enojaba o te indignaba, pero cuando se fijaban en mí... simplemente las palabras importantes parecían escapar de mi vocabulario. Ahora me resulta un tanto gracioso, pero recuerdo que pasaba horas pensando solo en tus ojos. Hasta lograron indignarme, me quitaban mi autonomía.
Lamento no haberte dicho esto antes... Ahora, probablemente, ya sea tarde.
Tu nombre no hace más que invadir mi cotidianeidad, pero con eso no me basta.

lunes, 12 de octubre de 2009

Memento

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El día es hermoso. La gente disfruta del sol en la plaza.

... Por todos lados corren los niños, jugando a la pelota o a la escondida. Cada tanto se acercan a donde están sus padres para pedirles algo de beber, y luego vuelven a jugar entre ellos.
... Los jóvenes se reúnen y hablan. Pasan el tiempo entre amigos, tocando la guitarra, contando chistes y anécdotas y debatiendo sobre cualquier tema que surja.
... Las parejas caminan de la mano, o hablan bajo algún árbol, o se besan escondidos entre las flores.
... Los ancianos juegan a las bochas, o al ajedrez, y todos hacen sus respectivas rondas de mate, charlando de sus vidas, de los suyos, o simplemente filosofando sobre los asuntos de la vida cotidiana, y son felices.
... Pero todos parecen haber olvidado que el fin puede llegar en cualquier momento.

Tormenta (II)

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Los relámpagos cortaban el cielo de medianoche. Se multiplicaban en los vidrios de las ventanas de los rascacielos, formando miles de caminos de luz que llevaban al mismo lugar.

... Todos ellos golpeaban con furia los pararrayos de los edificios.
... En la torre en donde vivía Alejandro cayeron tres rayos, los cuales no causaron grandes daños edilicios, pero un cuarto rayo cayó en el estacionamiento, abriendo un hoyo en el cemento.
... En ese hoyo había una caja de plomo antigua.
... Su cerradura estaba oxidada, pero unos cuantos golpes bien asestados por parte de Alejandro lograron forzarla y romperla. En su interior había un trozo de circunferencia de metal con unos símbolos extraños tallados en él.
... También había un fragmento de pergamino antiguo,con una escritura indescifrable, que parecía ser una especie de manual de instrucciones.

jueves, 8 de octubre de 2009

La Venus de las Pieles (fragmento)

-Es decir que usted ahora es mi esclavo, pero sin ilusiones, y yo lo habré de pisotear por ese motivo sin la menor piedad.
-¡Señora!
-¿No me conoce todavía? Sí, soy cruel (dado que usted encuentra tanto placer en esta palabra), ¿y acaso no tengo derecho? El hombre es el que codicia, la mujer es la codiciada. Éste es todo el privilegio de la mujer y su bien más preciado. La naturaleza le ha entregado al hombre, que sufre por su apasionamiento. Y la mujer que no comprenda que puede hacer de él su súbdito, su esclavo, inclusive el juguete de sus pasiones, para reirse de él traicionándolo, esa mujer es una estúpida.
- Sus principios, mi querida... -exclamé completamente desarmado.
- Mis principios se basan en una experiencia de milenios -me respondió la señora con desdén, mientras sus dedos blancos jugaban con el pelaje oscuro que la recubría- y cuanto más entregada se muestre la mujer, tanto más rápido el hombre se pondrá serio y dominador. Por el contrario, cuanto más febrilmente ella juegue con él, cuanta menos piedad le haga sentir, tanto más lubricidad se despertará en el alma masculina. Sólo así él habrá de amarla y adorarla. Así sucedió en todos los tiempos, desde Elena a Dalila, desde Catalina II a Lola Montez.
-No puedo negarlo -le dije-. No existe para el hombre nada que lo excite más que la imagen de una bella mujer despótica en toda su sensualidad y crueldad, que vaya cambiando de favoritos de modo arrogante y según el capricho más arbitrario...


La Venus de las Pieles,
Leopold Von Sacher Masoch
(1836-1895)

Clint Eastwood

"Un hombre como Clint Eastwood es lo que necesitas." Eso dijo tu madre. "Así... fuerte, decidido, que sin preguntar te encaje un buen beso, que no se ande con rodeos y sentimentalismos baratos que no necesitas y que ni siquiera te convencen, que no tenga miedo de tus gritos y tu carácter podrido..."
Sincera, tu madre. Coincido con ella. Eso es lo que tenés que buscarte: un hombre como Clint Eastwood... Que ni siquiera tenga tiempo para quitarse el sombrero antes de tirarse encima tuyo...

Mi presencia en el Gran mundo

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La verdad es que yo no podría dilatar ni un solo día mi presencia en el Gran Mundo, es decir, en la Alta Sociedad.
... Constantemente, desde que empezó a crecer mi renombre de alquilador de pelucas para los cobradores de tranvías, recibía muchísimas y casi siempre perfumadas invitaciones en las que se me instaba para que no dejase de acudir a tal o cual baile o reunión de sociedad.
... Bien sabe Dios que me he resistido a pisar los brillantes salones donde tan excelente papel hacen "León Boyd" y " Gil de Escalante"; las reuniones del Gran Mundo y la cosecha anual de altramuces son cosas que merecen toda mi indiferencia; pero el martes pasado me vi en la obligación de prometer que iría a sus reuniones nocturnas a la excelentísima señora condesa de Aromas de Piedrahita, noble y aristocrática dama que a una belleza singular une un catarro crónico que no se lo curan ni los "Pellets" del doctor Mackenzie.
... La condesa me invitó por teléfono. He aquí transcripto el diálogo que sostuvimos, con todas nuestras fuerzas, por cierto:
... La Condesa- No olvide que el viernes celebro una de mis reuniones...
... Yo- ¡Condesa! (Una inclinación ante el teléfono)
... La Condesa- Van a ir muchos militares y me encantaría verle a usted entre los asistentes.
... Yo- ¡Condesa! (Otra inclinación)
... La Condesa- Prométame el primer fox-trot...
... Yo- (Amabilísimo) Un fox-trot y un fox-terrier, condesa.
... La Condesa- (Riendo en Fa sostenido) ¡Oh, qué estúpida gracia tiene usted!
... Yo- ¡Condesa! (Nueva inclinación)
... La Condesa- Hasta el viernes, ¿eh? Le presentaré a algunas muchachas para ver si le caza a usted alguna.
... Yo- ¡Condesa! (Inclinación)
... Y éste fue el diálogo.
... El viernes, a las once, ingresé en el palacio de la condesa de Aromas de Piedrahita. Al verme, un mayordomo se me acercó mirando al techo.
... -¿La gracia del señor?-me dijo.
... -No le veo la gracia -repliqué, creyendo que se trataba de una broma.
... -Pido el nombre del señor.
... Le dije mi nombre y me hizo seguirle al través de varios salones; por fin se detuvo ante la puerta de uno, que estaba lleno de gente y mi nombre y apellidos como se hace en las salas de espera de algunos médicos.
... La cosa no me chocó; estoy harto d ver escenas semejantes en las comedias de Wilde y en los churros dialogados de sus imitadores.
... Todo el mundo volvió el rostro hacia la puerta por donde yo debía entrar; me tiré de las solapas del frac, solapadamente,y avancé. Sonreí al vacío, o lo que es lo mismo: puse cara de idiota. La condesa de Aromas de Piedrahita vino a mi encuentro:
... -¡Oh, amigo mío! -me dijo con voz de panadero búlgaro-. Venga por aquí; le voy a presentar a algunos caballeros.
... Yo procuré ponerme a tono con la índole social de cada uno de aquellos señores que me presentaban.
... -El banquero Rodríguez, de la banca Rodríguez-Pérez, de Copenhague...
... -Beso a usted el talonario de cheques, caballero -le dije al banquero-, y le ruego que me ponga a los pies de la ventanilla de Cuentas Corrientes...
... El banquero me miró con desconcierto.
... La condesa siguió presentándome; ahora me señalaba a un señor con cara de azucarero.
... -El agregado a la Legación del Sudán -me advirtió.
... -Caballero -exclamé-, le estrecho a usted los dátiles.
... Nuevo asombro del diplomático.
... -El cirujano Permuyos...
... -Siento un verdadero bisturí en oprimirle la mano, señor mío...
... El cirujano también quedóse ligeramente turulato, pero no me repuso nada. Entonces la condesa me llevó a un grupo de muchachas elegantísimas. Celebré la decisión de mi ilustre amiga, porque prefiero la muchacha más tonta al hombre más listo, y en aquella ocasión la condesa no me presentó a una muchacha tonta, sino a doce. Las doce eran lindas, con esa clase de belleza que ahora está de moda entre las jóvenes y que consiste en alargarse las cejas hasta la nuca, de forma que den la vuelta al cráneo.
... -Hijas mías -habló la condesa-. Os presento a Quiquín (ignoro por qué me llamaba Quiquín sin haberla ofendido en nada), a quien conoceréis de sobra por sus escritos. Es muy simpático, muy feo y está soltero. A ver cómo lo tratáis... ¡Ah! Además tiene talento...
... Y se fue a otro grupo, dejándome un poco avergonzado.
... Para comprender si realmente yo tenía talento, aquellas señoritas inspeccionaron el frac y sólo cuando se dieron cuenta de que estaba hecho a la medida me empezaron a hacer preguntas.
... -¡Qué bien! Un escritor... -maulló una de ellas-. ¿Quiere usted decirnos qué es el amor?
... Les di una respuesta adecuada:
... -El amor, en mi opinión, es un estado de ánimo por medio del cual dos personas logran ponerse en ridículo a los ojos de los demás.
... -Y de nosotras, ¿qué opina usted?
... -Que sí.
... -¿Habla usted inglés?
... -Lo bastante para poder comer naranjas.
... -¿Ha leído usted...?
... -Yo no leo más que a Emilio Salgari, de literatura seria.
... -¿Y de literatura cómica?
... -Carlos Marx.
... En aquel instante la orquesta comenzó a tomar un fox y fui a buscar a la condesa. Bailé con ella lo suficiente para que tuviera que ir a cambiarse de zapatos.
... Después se me acercó un joven de mirada lánguida y me confesó que era galán cinematográfico. Se quedó algo triste cuando le dije que sus gestos me gustaban mucho, pero que, no obstante, su porvenir estaba en dar conferencias por la Radio.
... En seguida charlé con un hombre cincuentón que se apresuró a comunicarme que su esposa iba a cantar al piano una romanza.
... -No es lo peor que la cante al piano -le dije-. Lo peor es que nos la cantará a nosotros también.
... -Yo la animo para que dé el Do de pecho -murmuró aquel caballero- porque como dicen que de esfuerzos así pueden sobrevenir ataques al corazón...
... -La muerte es demasiado dulce -le advertí.
... -No lo ignoro. Pero ¿qué hacer?
... -¡Diablo! Imítela usted. Cante romanzas.
... -Tiene usted razón. Esta noche, al acostarnos, empezaré con "El pescador de perlas"...
... La señora cantó su romanza y sus esfuerzos por imitar los graznidos de los avestruces tuvieron un buen éxito. Al acabar todos aplaudieron, yo también.
... -¿Le ha gustado? -me preguntó el marido con asombro.
... -No.
... -Entonces, ¿por qué aplaude?
... -Porque ha concluido y ahora soy feliz.
... -¡Ah!
... Pasamos al buffet; bebí bastante; la fiesta me pareció agradable, la condesa distinguida, y los concurrentes, inteligentísimos; quiero decir que me emborraché.
...................................................................................................................................................................................................
... Al día siguiente leí en los periódicos la descripción de la fiesta de la condesa y la reseña me convenció de que la noche anterior me había divertido mucho y de que desde Roma cesárea hasta nuestros días no había habido orgía más exquisita que la que se celebró el viernes pasado en casa de mi amiga.
... Hoy han venido a avisarme para que fuera a una fiesta en casa de la marquesa de Irones. He asesinado al criado de la marquesa y he descuartizado el cadáver.
... Espero la llegada de la policía.



(Enrique Jardiel Poncela: Máximas Mínimas, 1937)

miércoles, 7 de octubre de 2009

Tormenta (I)

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Un relámpago. Dos. Tres.

... La tormenta se acercaba imparable. Su sonido retumbaba en todos los rincones del pueblo, y la luz de sus rayos cortaba la noche intermitentemente.
... Un rayo cayó en un monte vecino.
... Otro cayó en la torre del campanario.
... El tercero cayó en su jardín.
... Se levantó y salió a observar dónde había caído el rayo y qué había pasado.
... Había un agujero en la tierra de un metro de diámetro y dos de profundidad. Los bordes estaban deshechos y el pasto estaba calcinado y negro. Se asomó al interior para ver cómo estaba adentro.
... Había una caja de plomo en el fondo.

lunes, 5 de octubre de 2009

Carta de una Señorita aceptando al pretendiente

Segismundo:
Con el pensamiento fijo en sus manifestaciones, no puedo dejar de contestarle, mi buen amigo. Es tan amable, que, francamente, merece mi atención. Le tengo presente en las horas del día y de la noche... A veces me desvelo para luego adormecerme bajo el recuerdo de su silueta. Ha quebrantado mi espíritu y al hacerle dueño de mi simpatía, sepa respetarme tal cual le seré yo fiel hasta la muerte. Que nuestro afecto no se entibie y que hagamos de dos corazones uno solo. Vivir amando bajo la esperanza de la fe en sí mismo.
Quien le entrega su corazón.
Nilda.
En la década del cuarenta circulaban con mucho éxito libros de "Consejos para el Enamorado".
Supuestamente, el pobre no sabía dar un solo paso sin ayuda. Allí se lo enteraba de un código hermético, para iniciados. El lenguaje de los objetos imprescindibles: el pañuelo, la tarjeta, el abanico, las flores.
Estos libros traían modelos de cartas de amor, teniendo en cuenta la más variada gama de vicisitudes: "Carta a una señorita que se vio sólo una vez", "Carta de pedido de disculpas por falta de respeto", (...).
En esos tiempos, la carta era integrante ineludible del rito amoroso, especialmente en la etapa de la conquista. (...)
Todos aquellos temerosos del corto alcance de su vuelo poético tenían el problema resuelto.
De todas maneras, eso se parecía mucho a lo que él hubiera querido decir y, lo que es fundamental, tendrá un efecto satisfactorio, ya que si figura en el libro quiere decir que es lo más correcto. Es el modelo.
(...) "Josefina: Hoy le mando la de la página 20, pero pase por alto lo de los últimos renglones, porque no vienen al caso. Roberto."
"Roberto: Su carta me ha encantado, le mando dos, las páginas 3 y 4. No les quite nada, que nada está de más. Josefina."
En "Amores para armar. Colección de cartas de amor"
Recopilación de Liliana Viola.

Lenguaje del pañuelo

El pañuelo ha de ser blanco, de preferencia, y no muy grande, y lo tendréis guardado en el bolsillo porque, es de muy mal gusto dejar que uno de sus picos asome por el bolsillo de la americana. Además teniéndolo escondido producirá más efecto cuando llegue el momento oportuno de servirse de él.
He aquí, en el simbolo lenguaje de amor lo que significa:
Pasarlo por los ojos: Tristeza; estoy triste.
Pasarlo por los labios: Desearía entablar correspondencia con usted.
Pasarlo por la mano izquierda: Te aborrezco.
Apoyarlo en la mejilla izquierda: No.
Dejarlo caer en el suelo: Seremos amigos.
Pasarlo por el hombro: Sígueme.
Pasarlo por la oreja derecha: Eres infiel.
Pasarlo por la oreja izquierda: Tengo una carta que entregarte.
Pasarlo doblado por los ojos: Deseo hablar contigo.
Doblarlo por las puntas: Espérame.
Retorcerlo con las dos manos: Indiferencia.
Retorcerlo con la mano derecha: Amo a otro.
Retorcerlo con la mano izquierda: No quiero tener relaciones con usted.
Anudarlo al dedo índice: Estoy comprometida.
Por toda la mano: Soy tuya.
Jugar con él: Te desprecio.

En "Amores para Armar. Colección de cartas de amor",
Recopilación por Liliana Viola.

domingo, 4 de octubre de 2009

El piloto nocturno (fragmento)

De hecho, Selida McCammon se la devolvió con toda presteza, pero lo cierto era que Dees no se había sentido amable ni cálido en toda su vida. Cuando era niño creía que dichas emociones no existían, que tan sólo eran una máscara, una convención social. Más tarde, decidió que estaba equivocado. La mayor parte de lo que él consideraba "emociones del Reader's Digest" eran reales, al menos para la mayoría de la gente. Tal vez incluso el amor, aquella fábula, era real. El hecho de que él no pudiera sentir dichas emociones era sin duda alguna una pena, pero no el fin del mundo. Al fin y al cabo, había gente que padecía cáncer, que tenia el sida o la memoria de un periquito con trastornos mentales. Visto desde ese punto de vista, uno se daba cuenta con gran rapidez que estar desprovisto de algunas emociones sentimentaloides no era más que una minucia. Lo importante era que si uno sabía como estirar los músculos del rostro en las direcciones adecuadas, entonces no le pasaba nada. No dolía y era fácil; al fin y al cabo, si podía recordar subirse la bragueta después de mear, también podía recordar sonreír y adoptar una expresión cálida cuando eso era lo que se esperaba de él. Y una sonrisa comprensiva, había descubierto a lo largo de los años, era la mejor arma del mundo para cualquier entrevista.

Stephen King