jueves, 15 de mayo de 2014

Gato

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... Se arquea suavemente y te mira con sus enigmáticos inmóviles ojos amarillos, después se aleja dejándote en las yemas de los dedos la fugaz sensación de un pelaje acariciable y de un cuerpo elástico; se aleja, se aleja con pasos silenciosos afelpados y va a acurrucarse en un almohadón del sofá y uno se queda sonriendo y pensando que quizá sea cierto, sí, debe ser cierto que nació en el Arca de Noé del estornudo de un león, pero claro, es justamente eso, un león en chiquito, qué divertido. Y la sonrisa se te transforma en risa hasta que de pronto los enigmáticos inmóviles ojos amarillos te sorprenden, te clavan, te fijan; un escalofrío te recorre la espina dorsal, el fantasma oscuro de Poe aletea en la ventana, los templos de Bubastis crecen en columnatas dentro de tu propia casa con guirnaldas de flores de sexo, un loco aquelarre se desencadena en un torbellino verde y por eso la risa se te muere. No, no sos vos quien se va a reír de un gato, nadie se ríe de un gato, el que se ríe es el gato, únicamente el gato, preguntale a Alicia.

Eduardo Gudiño Kieffer: La hora de María y el Pájaro de Oro, 1975.

domingo, 11 de mayo de 2014

Némesis

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... Siento a la soledad cerca.
Siento que sigilosamente se posiciona
y me hace partícipe de su obsesión.
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... Sí, lo sé, soy un ser de silencio,
sombrío, apacible, sereno.
No sumiso, pero siempre accesible;
Tal vez eso me supera, sí,
pero si no lo aceptase
no sería lo que soy,
simplemente se escurriría de mis manos
esa sustancia que toma su forma en mí,
su expresión suprema.
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... Sólo el océano me supera,
el abismo que representa es más sutil
pero sereno. Su superficie sola
se presenta en mis sueños
y sin siquiera proponérselo
se sitúa subrepticiamente en mi centro;
la luz se oscurece, opalescente
y sobre todo sufrimiento silente
se posesiona sin razón.
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... Seré libre, sí, lo seré
cuando ceda, cuando cese,
cuando me sumerja y finalice.