Su piel es de tela blanca,
un remiendo de recortes.
Y en su corazón se ensartan
alfileres de colores.
Por ojos un par de discos
rayados en espiral
que emplea en hipnotizar
a una multitud de chicos.
Mantiene en trance profundo
a un ejército de zombies.
Entre ellos incluso hay uno
que es nativo de Donosti.
Mas también sobre ella pesa
una horrible maldición
pues cuando alguien se le acerca
demasiado, es un punzón
cada aguja que se entierra
más hondo en su corazón.
(Tim Burton, en La melancólica muerte del chico ostra.)
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