Escribió el nombre de él, en el borde de la hoja, chiquito, así, para que nadie supiera que ella estaba enamorada. Lo tachó, primero con una lapicera, después le pasó marcador por encima...
La tentación pudo más que ella; esta vez volvió a escribir el nombre de él pero más grande y en otra hoja. Se quedó contemplando su nombre unos segundos, como en un ritual hipnótico. Una tontería, pensó. Eso no era enamoramiento, que alguien escribiera el nombre de otra persona en varios papeles no significaba nada. Rompió el papel. Varios pedazos, no, pedacitos.
Sonrió. La mirada de él le invadió la mente. Quiso escribir su nombre de vuelta pero se contuvo. Volvió a reirse. Debo distraerme, pensó. Prendió la televisión. Estaban dando "Orgullo y prejuicio", la película de Darcy y Elizabeth, uno de los amores más grandes de la literatura... Apagó el televisor.
(Pero volvió a escribir su nombre, el de él).
La tentación pudo más que ella; esta vez volvió a escribir el nombre de él pero más grande y en otra hoja. Se quedó contemplando su nombre unos segundos, como en un ritual hipnótico. Una tontería, pensó. Eso no era enamoramiento, que alguien escribiera el nombre de otra persona en varios papeles no significaba nada. Rompió el papel. Varios pedazos, no, pedacitos.
Sonrió. La mirada de él le invadió la mente. Quiso escribir su nombre de vuelta pero se contuvo. Volvió a reirse. Debo distraerme, pensó. Prendió la televisión. Estaban dando "Orgullo y prejuicio", la película de Darcy y Elizabeth, uno de los amores más grandes de la literatura... Apagó el televisor.
(Pero volvió a escribir su nombre, el de él).
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