jueves, 31 de enero de 2013

Máquinas

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... Hay que tener cuidado con las máquinas de escribir. Son tremendamente engañosas. Bajo su apariencia inocente e impertérrita se esconden almas paradójicamente egoístas.
... Ellas ponen el esfuerzo, los materiales y la tecnología, y el escribiente pone la imaginación. Pero las máquinas son increíblemente celosas. No quieren reconocer que hay algo que les es imposible aportar, y lo niegan. Asumen que es su intelecto el que crea lo que se escribe, y que una fuerza misteriosa lleva esa idea a la mente del escribiente.
... Esta es una mentira que se dicen a ellas mismas para poder descansar tranquilamente en su maletín por las noches. pero a veces no es suficiente.
... Muchas veces tienen que hacer frente al reconocimiento de algún escritor (reconocimiento del que son descaradamente excluidas). Es entonces cuando hay que tener cuidado.
... Porque se sabe de casos en que autores fueron hallados muertos inexplicablemente en sus domicilios, sin signos de violencia, y con las manos colocadas sobre la máquina de escribir, como si se hubieran dispuesto a materializar una idea justo en el momento del deceso.
... Obviamente, nunca se pudo probar nada en contra de estas máquinas frías y silenciosas, pero en su sonrisa férrea se deja entrever el secreto regocijo de un trabajo bien realizado.

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