sábado, 14 de mayo de 2011

Naglfar

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Cuánto recé, no sabés cuánto recé para que callaras por un instante y escucharas la sugerencia del viento, pero vos no, que la brújula tenía razón, que lo que decía la rosa era cierto, todo por no dar el brazo a torcer. Y así estamos ahora, ya ves. Todo se fue al reverendo carajo y te lamentás, claro que sí, porque yo tuve la culpa de que el barco no doblara en el punto que estaba indicado en la del desierto o la de los vientos, ya ni recuerdo cuál era la de piedra y cuál la dibujada, pero no importa, el tema es que ahora la culpa es mía, ¿no?
... Las Columnas de Hércules quedaron atrás, creo que ya pasamos por el Jardín de las Hespérides y debemos estar cerca del abismo, decile hola a Atlas y a ver en dónde terminamos ahora, vas a ver a las tortugas o al elefante, ya ni sé sobre qué estamos. Sí estoy seguro de que nos rodean sombras verdes y de que el doblón sigue firmemente clavado en el mástil que ya ni bandera tiene porque el Austro, enojado, se la llevó de golpe.
... Ahora nuestro jefe se va a enojar, y con toda razón. Y no esperes que te cubra, porque no lo voy a hacer esta vez. Ya no más. Ahora jodete, por tu culpa el mundo va a seguir igual, habrase visto, tanto juntar uñas al pedo...

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