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... -Es el vestido más bonito que he visto en mi vida -aseguró a las cinco menos veinte.
... Los demás se habían reunido a su alrededor; Clay había dicho que creía que se acercaba el fin.
... -¿De qué color es, Alice? -preguntó Clay sin esperar respuesta.
... -Verde -lo sorprendió ella.
... -¿Para qué te lo pondrás?
... -Las señoras vienen a la mesa -repuso Alice.
... Su mano seguía oprimiendo la zapatilla, pero cada vez más despacio. La sangre de la herida se había secado hasta adquirir una suerte de brillo esmaltado.
... -Las señoras vienen a la mesa, las señoras vienen a la mesa. El señor Ricardi se queda en su puesto, y las señoras vienen a la mesa.
... -Exacto, cariño -musitó Tom-. El señor Ricardi se quedó en su puesto, ¿verdad?
... -Las señoras vienen a la mesa.
... El ojo de Alice se volvió hacia Clay, y por segunda vez habló con la otra voz, la que Clay había oído brotar de su propia boca.
... -Tu hijo está con nosotros -fueron las únicas cinco palabras que pronunció.
... -Mientes -siseó Clay con los puños apretados por el esfuerzo de no pegar a la joven moribunda-. Mientes, hijo de puta.
... -Las señoras vienen a la mesa, y tomamos el té -dijo Alice.
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... -Es el vestido más bonito que he visto en mi vida -aseguró a las cinco menos veinte.
... Los demás se habían reunido a su alrededor; Clay había dicho que creía que se acercaba el fin.
... -¿De qué color es, Alice? -preguntó Clay sin esperar respuesta.
... -Verde -lo sorprendió ella.
... -¿Para qué te lo pondrás?
... -Las señoras vienen a la mesa -repuso Alice.
... Su mano seguía oprimiendo la zapatilla, pero cada vez más despacio. La sangre de la herida se había secado hasta adquirir una suerte de brillo esmaltado.
... -Las señoras vienen a la mesa, las señoras vienen a la mesa. El señor Ricardi se queda en su puesto, y las señoras vienen a la mesa.
... -Exacto, cariño -musitó Tom-. El señor Ricardi se quedó en su puesto, ¿verdad?
... -Las señoras vienen a la mesa.
... El ojo de Alice se volvió hacia Clay, y por segunda vez habló con la otra voz, la que Clay había oído brotar de su propia boca.
... -Tu hijo está con nosotros -fueron las únicas cinco palabras que pronunció.
... -Mientes -siseó Clay con los puños apretados por el esfuerzo de no pegar a la joven moribunda-. Mientes, hijo de puta.
... -Las señoras vienen a la mesa, y tomamos el té -dijo Alice.
Stephen King: Cell, 2005
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