domingo, 21 de agosto de 2011

La Coquito (fragmento)

(...) ¿No estaría enamorada Coquito? La madre al pronto se alarmó. ¡Sería horrible! Más vale que un tranvía la hubiera atropellado; pero su alarma duró poco. Conocía a su hija como si la hubiera parido dos veces y sabía que, afortunadamente, su corazón no estaba constituido para el amor; ella amaba el cuerpo, con sus limoncillos pectorales, con los ojos, con la boca, con todos sus órganos, pero con el corazón... No parecía sino que en el sitio en que los demás mortales tenemos esa víscera tan cursi, ella tenía un paquete de algodón hidrófilo.
(...)
Coquito enamorada no sería Coquito, porque todo su encanto, todo su prestigio, estaba en eso, en ese don especial con que el cielo la había dotado, esa insensibilidad para la pasión, que la hacía tomar del amor solo lo que este tiene de fisiológico, como una máquina de fabricar espasmos sin consecuencias. Con ella se tenía siempre la seguridad de que el amor de una hora no iba a convertirse en cadena para toda la vida.

Joaquín Belda.

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