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... Supo que algo andaba mal desde el momento en el que despertó.
... Había una luz tenue que iluminaba el ambiente tétricamente, y un viento suave se escabullía entre sus sábanas y le enfriaba la cama donde había estado durmiendo plácidamente hasta hacía relativamente poco tiempo. Además, una ligera bruma envolvía las patas de su lecho y se elevaba por el aire impidiéndole ver qué se ocultaba en las sombras cercanas.
... Venciendo los temores que lo invadían, decidió salir de su cama y recorrer las cercanías del paisaje nuevo que se abría ante sus ojos.
... Lo primero que sintió al incorporarse fue la pegajosa humedad del pasto que había reemplazado a su cálido piso de parquet. Esto le dio la certeza de que no estaba en su cuarto, lo que lo tranquilizó un poco: lo que estaba viviendo era un sueño (o pesadilla), y ahora se sentía más seguro y decidido a dejarse llevar por las fuerzas oscuras que se agazapaban cerca suyo.
... El viento empezó a soplar con más fuerza, y la niebla comenzó a girar, formando arabescos y extrañas figuras que iban mutando delante de sus ojos. De pronto, la niebla empezó a descender, y vislumbró un ser gigantesco que se erguía firme delante suyo.
... La sombra comenzó a tomar forma de hombre, y le habló con voz grave y profunda:
... “Hijo mío -le dijo-, ya es hora. Todo lo que poseo debe pasar a tus manos. Es hora que comience tu formación para convertirte en el Maestro de los Sueños y vivir eternamente en el Territorio de las Sombras, donde serás el amo de todos los seres que allí habitan. Debes seguirme y no temer, ya que todo está preparado para la gran ceremonia de iniciación. Apresúrate, que el momento se acerca, y ya no puedes escapar a tu destino.”
... De pronto, lo invadió un terror paralizante. Las palabras del desconocido lo dejaron confundido. Había algo en ese discurso que lo atraía a seguir a la sombra, pero una fuerza interna lo incitaba a salir corriendo y alejarse de ese ser que, increíblemente, le parecía conocido, como si ya lo hubiera visto o escuchado antes en algún lado.
... En el momento en que la sombra avanzó para tomarlo de la mano y arrastrarlo hacia el reino de la oscuridad, sintió que recuperaba el movimiento en sus miembros entumecidos por el frío y la humedad, se dio vuelta y huyó en dirección hacia el bosque infinito que se estaba acercando delante suyo. De repente tropezó con una raíz que emergía del suelo fangoso y cayó hacia delante, golpeándose la cabeza con una piedra. Se desmayó de inmediato.
... Volvió en sí de golpe, en la cama. La oscuridad lo envolvía. Instintivamente alargó la mano para encender el velador, y lo logró.
... Su cuarto estaba igual que como cuando se había dormido. No había nada raro ni fuera de lugar. No se sorprendió; al fin y al cabo, un sueño puede llegar a sentirse demasiado real. Nunca en sus diez años de vida había tenido un sueño tan extraño, pero pensó que nunca era tarde para tener el primero.
... Miró el reloj: las doce y un minuto de la noche. Pensó que el tiempo real corría de forma diferente del tiempo en el territorio de los sueños, ya que recordaba haberse dormido al empezar a sonar las campanadas que anunciaban la medianoche, y su sueño debería haber transcurrido en media hora aproximadamente. Decidió no preocuparse por eso en ese momento, y apagó la luz para volver a dormir.
... No se dio cuenta de que un hilo de niebla seguía girando alrededor de una de las patas de su cama.
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... Supo que algo andaba mal desde el momento en el que despertó.
... Había una luz tenue que iluminaba el ambiente tétricamente, y un viento suave se escabullía entre sus sábanas y le enfriaba la cama donde había estado durmiendo plácidamente hasta hacía relativamente poco tiempo. Además, una ligera bruma envolvía las patas de su lecho y se elevaba por el aire impidiéndole ver qué se ocultaba en las sombras cercanas.
... Venciendo los temores que lo invadían, decidió salir de su cama y recorrer las cercanías del paisaje nuevo que se abría ante sus ojos.
... Lo primero que sintió al incorporarse fue la pegajosa humedad del pasto que había reemplazado a su cálido piso de parquet. Esto le dio la certeza de que no estaba en su cuarto, lo que lo tranquilizó un poco: lo que estaba viviendo era un sueño (o pesadilla), y ahora se sentía más seguro y decidido a dejarse llevar por las fuerzas oscuras que se agazapaban cerca suyo.
... El viento empezó a soplar con más fuerza, y la niebla comenzó a girar, formando arabescos y extrañas figuras que iban mutando delante de sus ojos. De pronto, la niebla empezó a descender, y vislumbró un ser gigantesco que se erguía firme delante suyo.
... La sombra comenzó a tomar forma de hombre, y le habló con voz grave y profunda:
... “Hijo mío -le dijo-, ya es hora. Todo lo que poseo debe pasar a tus manos. Es hora que comience tu formación para convertirte en el Maestro de los Sueños y vivir eternamente en el Territorio de las Sombras, donde serás el amo de todos los seres que allí habitan. Debes seguirme y no temer, ya que todo está preparado para la gran ceremonia de iniciación. Apresúrate, que el momento se acerca, y ya no puedes escapar a tu destino.”
... De pronto, lo invadió un terror paralizante. Las palabras del desconocido lo dejaron confundido. Había algo en ese discurso que lo atraía a seguir a la sombra, pero una fuerza interna lo incitaba a salir corriendo y alejarse de ese ser que, increíblemente, le parecía conocido, como si ya lo hubiera visto o escuchado antes en algún lado.
... En el momento en que la sombra avanzó para tomarlo de la mano y arrastrarlo hacia el reino de la oscuridad, sintió que recuperaba el movimiento en sus miembros entumecidos por el frío y la humedad, se dio vuelta y huyó en dirección hacia el bosque infinito que se estaba acercando delante suyo. De repente tropezó con una raíz que emergía del suelo fangoso y cayó hacia delante, golpeándose la cabeza con una piedra. Se desmayó de inmediato.
... Volvió en sí de golpe, en la cama. La oscuridad lo envolvía. Instintivamente alargó la mano para encender el velador, y lo logró.
... Su cuarto estaba igual que como cuando se había dormido. No había nada raro ni fuera de lugar. No se sorprendió; al fin y al cabo, un sueño puede llegar a sentirse demasiado real. Nunca en sus diez años de vida había tenido un sueño tan extraño, pero pensó que nunca era tarde para tener el primero.
... Miró el reloj: las doce y un minuto de la noche. Pensó que el tiempo real corría de forma diferente del tiempo en el territorio de los sueños, ya que recordaba haberse dormido al empezar a sonar las campanadas que anunciaban la medianoche, y su sueño debería haber transcurrido en media hora aproximadamente. Decidió no preocuparse por eso en ese momento, y apagó la luz para volver a dormir.
... No se dio cuenta de que un hilo de niebla seguía girando alrededor de una de las patas de su cama.
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