También yo quisiera adornarme con rosas como las campesinas, vivir entre niños felices y tener un hombre hermoso a quien amar. Pero cuando voy a cortar las rosas, todo el jardín se me hiela. Cuando los niños juegan conmigo tengo que volver la cabeza por miedo a que se me queden fríos al tocarlos. Y en cuanto a los hombres, ¿de qué me sirve que los más hermosos me busquen a caballo si al besarlos siento que sus brazos inútiles me resbalan sin fuerza en la cintura? ¿Comprendes ahora lo amargo de mi destino? Presenciar todos los dolores sin poder llorar... Tener todos los sentimientos de una mujer sin poder usar ninguno...
¡Y estar condenada a matar siempre, siempre, sin poder nunca morir!
Fragmento de "La Dama Del Alba" de Alejandro Casona.
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