Stephen King
domingo, 4 de octubre de 2009
El piloto nocturno (fragmento)
De hecho, Selida McCammon se la devolvió con toda presteza, pero lo cierto era que Dees no se había sentido amable ni cálido en toda su vida. Cuando era niño creía que dichas emociones no existían, que tan sólo eran una máscara, una convención social. Más tarde, decidió que estaba equivocado. La mayor parte de lo que él consideraba "emociones del Reader's Digest" eran reales, al menos para la mayoría de la gente. Tal vez incluso el amor, aquella fábula, era real. El hecho de que él no pudiera sentir dichas emociones era sin duda alguna una pena, pero no el fin del mundo. Al fin y al cabo, había gente que padecía cáncer, que tenia el sida o la memoria de un periquito con trastornos mentales. Visto desde ese punto de vista, uno se daba cuenta con gran rapidez que estar desprovisto de algunas emociones sentimentaloides no era más que una minucia. Lo importante era que si uno sabía como estirar los músculos del rostro en las direcciones adecuadas, entonces no le pasaba nada. No dolía y era fácil; al fin y al cabo, si podía recordar subirse la bragueta después de mear, también podía recordar sonreír y adoptar una expresión cálida cuando eso era lo que se esperaba de él. Y una sonrisa comprensiva, había descubierto a lo largo de los años, era la mejor arma del mundo para cualquier entrevista.
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