Empezando a sentir ese viento, después de la tormenta, desordenando las gotas desidiosas, brillantes. Antítesis del viento que, anteriormente, mes tras mes, había anunciado el diluvio, inaugurando así la rancia desesperanza.
Pero este es otro aire; de un buen humor desparejo y atolondrado recompensa. Tiñe, desborda, activa.
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