jueves, 10 de marzo de 2011

Examen

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Nunca se imaginó que el origen del asesinato fuese una simple discusión hogareña entre marido y mujer. Rubia, alta, algo modosita, era increíble que fuera capaz de armar una escena de celos de tal magnitud que culminara en semejante desastre. Y lo más sorprendente era la forma en que había comenzado todo:
... -ÉL: (recién llegado del trabajo, agotado): ¿Hiciste la comida?
... -ELLA: (levemente irritada): No. Andate a lo de ésa, si querés comer.
... -ÉL: (perplejo): ¿A lo de quién?
... -ELLA: (sin ocultar su furia): Ya me escuchaste, hijo de puta.
... Y el implacable helicoide que la arrastraría al crimen empezó a girar.

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