Pero esas palabras estaban asesinándolo día tras día, porque no había nada que pudiera consolarlo. Todo se le antojaba lejano, aburrido y superficial. Y así pasaban los días y él seguía pensando que los pájaros no eran más que máquinas del futuro que sembraban el terror en su cerebro. Cansado de que el mundo lo tratara como si las cosas fueran tan fáciles. No hay pájaros que no sean terroríficos, no hay mariposas que no masacren multitudes; esos bichos no son inofensivos y el mundo se la pasa pensando que la primavera es lo mejor que puede pasarle.
Quién podría considerar que la primavera ofrece destellos de luz si en el fondo no es más que basura acumulada. No seamos tontos. Ahí no hay nada valorable, todo es usar y tirar y más en la primavera, estación en la que nada vale: ni el amor, ni los pajaritos, ni las malditas mariposas en el estomágo molestando como una especie de fetidez que les hace creer que existe algún tipo de magia... No seamos tontos, ni locos que los pájaros son nada más que eso: máquinas, terribles, que nos atan y nos torturan, eso son los pájaros.
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