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... Se cuenta que, en el comienzo, el lenguaje de la naturaleza les fue confiado en custodia a las libélulas.
... Como éstas no tenían la capacidad para recordar, las partículas elementales que conformaban el patrón lingüístico arcaico les fueron incorporadas a las alas, en sistemas de líneas únicos que representaban tanto el significado como el significante. De esta manera, el lenguaje viajaba por todo el mundo y era descifrado por los pocos que sabían el código del sistema.
... Con el suceder de las generaciones, estos patrones se fueron combinando y cada nuevo custodio poseía una representación diferente, formada por el sistema presente en cada uno de sus antepasados.
... Así, luego de muchos eones de recombinaciones, cada libélula poseyó no el lenguaje en sí, sino historias. Historias únicas, maravillosas, efímeras, errantes. Todo en sus alas. El problema era que ya nadie tenía el conocimiento necesario para descifrarlas, y entonces las historias viajaban sin ser reconocidas, tenidas en cuenta como meras líneas sin sentido, pero todavía buscando alguien que recuerde el código en lo profundo de su ser, en el lugar donde se alojan los instintos.
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... Se cuenta que, en el comienzo, el lenguaje de la naturaleza les fue confiado en custodia a las libélulas.
... Como éstas no tenían la capacidad para recordar, las partículas elementales que conformaban el patrón lingüístico arcaico les fueron incorporadas a las alas, en sistemas de líneas únicos que representaban tanto el significado como el significante. De esta manera, el lenguaje viajaba por todo el mundo y era descifrado por los pocos que sabían el código del sistema.
... Con el suceder de las generaciones, estos patrones se fueron combinando y cada nuevo custodio poseía una representación diferente, formada por el sistema presente en cada uno de sus antepasados.
... Así, luego de muchos eones de recombinaciones, cada libélula poseyó no el lenguaje en sí, sino historias. Historias únicas, maravillosas, efímeras, errantes. Todo en sus alas. El problema era que ya nadie tenía el conocimiento necesario para descifrarlas, y entonces las historias viajaban sin ser reconocidas, tenidas en cuenta como meras líneas sin sentido, pero todavía buscando alguien que recuerde el código en lo profundo de su ser, en el lugar donde se alojan los instintos.
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