En ocasiones se pasaba horas y horas en las grandes bibliotecas parisinas, esas catacumbas de autores muertos, buscando entre multitudes de libros polvorientos algún material propicio para saciar sus enfermizos deseos. Era, en cierta manera, un vampiro literario que nutría su hambre en el pudridero de la literatura corrompida.
Washington Irving (1783-1859)
Escritor estadounidense.
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