Retomando un cuadernito después de mucho tiempo. Las cosas han cambiado mucho. Los guías cambiaron, todo cambió, todo igual, todo así.
Releyendo cartas, resucitando muertos y matándome. Todo así, todo igual.
Las cosas, las cosas, ¿qué cosas? Bien, las cosas han cambiado mucho. No se cuales pero se que cambiaron. No se como. Así, de esta u otra manera, así sigue todo igual.
Una vez más enrolada en organizar, ordenar y tirar cosas para mudarme. Para mudarme otra vez y por fin. Chau pensión. Miró atrás: la decadencia. La decadencia de vivir en lo malo resignada.
Ni un recuerdo medianamente intenso en este cuarto. Nada sin ventanas puede ser intenso. Ahora bien, si hubiera tenido todas las ventanas ¿era capaz de vivir algo intensamente? ¿viví algo intensamente en otras ventanas? ¡Uf! No se. Estaba como dormida. Y dormí tanto que ahora me cuesta y todavía siento el hormigueo de una vida frívola con autorreflexiones tontas y pocas pasiones.
Pero llega la duda y llega el deseo. Avanzar. Avanzar despierta a pequeñas sensibilidades importantes y efímeras, así el año que viene revivo un cuadernito y recuerdo una ventana, una sonrisa y que las cosas hayan cambiado mucho y poco pero no importa si hay muchas ventanas apasionadas, sonrientes, aire que corre.
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